América Latina: una región con casi la mitad de las muertes por Covid-19 en el mundo

Lima.

La zona tiene más de dos millones de personas infectadas y 100 mil muertos. Si bien Latinoamérica representa el 8% de la población mundial, posee el 47% de las muertes registradas en las dos últimas semanas.


A comienzos de mayo el coronavirus se propagó en las hacinadas viviendas en el pasaje 24 de la Rocinha, una de las mayores favelas de Brasil. Veinte de los 35 miembros de la extendida familia de Ivanete Dias de Carvalho que viven apiñados aquí tuvieron síntomas de Covid-19, desde fiebre alta hasta líquido en los pulmones. Pocos fueron capaces de hacerse un test. Su tía de 65 años murió.

Río de Janeiro.

Y la enfermedad circuló. En Río de Janeiro, el número oficial de muertes se está acercando a seis mil. En Brasil, con una población de 210 millones, los fallecidos alcanzan más de 53 mil y hay 1,1 millones de personas infectadas, el segundo nivel más alto del mundo después de Estados Unidos. La cifra real de muertos ciertamente es mucho mayor, dicen los expertos en salud pública.

América Latina es el sombrío nuevo centro de la pandemia, con más de dos millones de personas infectadas y 100 mil muertos. La región, con más de 30 países desde Río Grande en el norte a Tierra del Fuego en el sur, representa al 8% de la población mundial, pero posee el 47% de las muertes registradas en las dos últimas semanas.

Medellín.

Los expertos en enfermedades infecciosas temen que América Latina sea una señal de cómo se puede desarrollar la pandemia en India y en otros países en vías de desarrollo, a medida que las muertes disminuyen en gran parte del mundo desarrollado. La pandemia está pasando la cuenta a las economías de los países más pobres, haciendo que las tasas de pobreza se disparen y socavando las ganancias sociales que se consiguieron en las últimas dos décadas, especialmente en regiones como América Latina. La agencia antipobreza de México proyecta que hasta 10 millones de personas caigan en la pobreza para finales de junio y en Perú la cifra probablemente será de 2,5 millones para fines de año, dice el Banco Central de ese país.

El coronavirus se aprovecha de las debilidades de los países más pobres. Se expande rápidamente en los barrios más poblados donde la higiene es un desafío. Las personas trabajan durante el día y el sector informal no puede quedarse en casa si quieren alimentar a sus familias. A esto se suma que en América Latina existe una generalizada desconfianza hacia los gobiernos, que ha llevado a que muchas personas duden de las advertencias oficiales sobre los peligros del Covid-19 y eviten ir a los hospitales. Y, a diferencia de los países más ricos, el testeo es irregular, el cuidado en los hospitales es desigual y de difícil acceso. México es el país que menos testeos hace entre las naciones más grandes, con solo 3,3 tests por cada mil personas, Colombia hace 12,2 test y Argentina 6,5, según Our World in Data. En Estados Unidos la cifra es de 83.

Los gobiernos se están tambaleando a medida que enfrentan con menos recursos los desafíos de la pandemia, mientras que son presionados por millones de personas y empresas para abandonar el confinamiento y la reapertura de la economía.

La Paz.

Lenin Moreno, Presidente del golpeado Ecuador, dijo que los estragos de la enfermedad han sido peor que una guerra. “En una guerra tú puedes huir a otro lado”, dijo en una llamada por videoconferencia con The Wall Street Journal. “Aquí, no puedes huir a ningún lado”.

La enfermedad ha golpeado a los dos gigantes de América Latina: Brasil y México. Ambos son liderados por los Presidentes Jair Bolsonaro en Brasil y Manuel López Obrador en México, que le restaron importancia a los peligros del virus, han sido escépticos del consejo de los científicos y presionaron para que reabrieran las economías.

Los expertos de salud dicen que su relajo en el enfoque confundió a los ciudadanos: algunos tomaron sus propias medidas de confinamiento estricto y otros continuaron con su vida como si no hubiera una pandemia. “En Brasil y México había una decisión ejecutiva de no controlar esto”, dijo Irene Bosch, científica del MIT que se especializa en América Latina en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades con base en Atlanta.

Bolsonaro ha defendido su enfoque. Dice que si bien las vidas no tienen precio, la economía y el empleo deben volver a la normalidad. El Presidente de México ha dicho varias veces que su gobierno ha “domado la pandemia”.

Aquí en Rocinha, donde 100 mil personas viven en viviendas de bloques de concreto en cerros empinados, las casas son pequeñas y muchos residentes dependen principalmente de salarios diarios. Muchas de las personas en edad laboral no tienen dónde encontrar refugio.

Carvalho, cuya tía murió, dijo que por meses estuvo preocupada por si el virus llegaba a Rocinha, porque ella y sus parientes estarían indefensos. “Estaba neurótica, le decía a todo el mundo: ‘cuídate’”, dijo Carvalho, de 36 años, que comenzó a usar mascarilla antes que otras personas en su familia. “Las personas pensaron que estaba loca”.

Elizabete Gomes da Silva, de 55 años, tiene seis hijos y es miembro del extendido clan familiar Dias, y hace lo que puede, como limpiar constantemente su casa en el pasaje 24. Pero no se hace ilusiones. “En la comunidad, siempre pagamos un alto precio por todo”, dijo, al hablar de su favela. “Hay una posibilidad de que todos nos enfermemos”, agregó.

Regularmente, Brasil registra más de mil muertos en cualquier día. La semana pasada, promedió 31 mil resultados positivos diarios de Covid-19, según cifras del gobierno, cerca del doble que los niveles de cualquier país, excepto Estados Unidos en su peak.

Las proyecciones de varias universidades brasileñas estiman que el país se encuentra en camino de superar a Estados Unidos en el total de muertos en algún momento durante el verano (boreal). La Universidad de Washington proyecta 165.960 fallecidos en Brasil para comienzos de agosto, en comparación con los 145.728 de Estados Unidos.

México, con más de 22 mil muertos, ve que la enfermedad está arrasando con pueblos en la frontera con Estados Unidos, donde cientos de miles de trabajadores de fábricas volvieron a sus trabajos después de un confinamiento voluntario que fue levantado a comienzos de junio.

La ciudad de Mexcali, que tiene casi 700 mil habitantes y es el hogar de plantas estadounidenses, tiene 3.826 casos confirmados y 664 muertos de Covid-19 y está experimentando lo que funcionarios de salud llaman un “período de intensiva transmisión”. El hospital general de Mexcali se encuentra a 92% de su capacidad, según el departamento de Salud de Baja California.

“El regreso trae un cierto nivel de preocupación, porque no quieres cometer errores y poner en riesgo de infección a ti mismo o tu familia”, dijo Martín Estupiñan, de 44 años, que supervisa un equipo de trabajadores en una planta. Pero señaló que los trabajadores también necesitan trabajos y tienen que “aprender a vivir con la enfermedad”.

En México las personas están tan recelosos de la salud pública que muchas familias de pacientes con Covid-19 evitan llevarlos al hospital hasta que están gravemente enfermos. A esas alturas a menudo es demasiado tarde, dicen los médicos.

“Les digo a todos: eviten los hospitales públicos”, dijo Jannete Rojas, cuyo padre murió en un hospital público con síntomas de Covid-19. Ella recita una teoría conspirativa que ha escuchado, basada solo en rumores, que dice que los hospitales están matando a gente a propósito.

“Todos en mi barrio dicen que es parte de un acuerdo global para bajar los niveles de población”, dijo. “Especialmente de los pobres, porque los gobiernos ya no pueden costear nuestras pensiones”.

La desconfianza también es alta en Perú, aunque el gobierno de ese país estableció un confinamiento estricto y siguió el protocolo internacional. Pero eso no importó. Las personas llenaron los mercados, creando peligrosos brotes que se expandieron. Perú ahora tiene más de 8.200 muertos y 257 mil casos, más que Italia y España.

Hay historias de éxito en la región. En Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia, el alcalde está usando una aplicación en la que los residentes entregan información a los funcionarios para que puedan rastrear de forma más fácil y revisar la expansión del virus. Solo siete personas han muerto.

Argentina, que tiene 44 millones de habitantes, ha registrado menos de 1.100 muertos, mientras que España, que tiene un poco más de población, tiene más de 28 mil. Los funcionarios de salud han festejado al pequeño Uruguay y Costa Rica por su buen manejo de la crisis. Ambos tienen sistema de salud que funcionan bien y tienen menores desigualdades que otros países.

Pero incluso en países donde los números totales parecen bajos, hay alzas problemáticas. Eso es especialmente preocupante para los funcionarios de salud, porque mientras la pandemia no esté bajo control, las economías se reabren bajo presión de las mismas personas que son las más vulnerables, esos que trabajan con lo justo, usualmente sin ninguna clase de red de seguridad social. “Ellos nos dicen que no salgamos, pero tenemos que comer”, dijo María Herrera, que vive en Santiago y cuyo esposo trabaja en un supermercado. “Estoy desempleada. Mi marido es el único que trabaja y tememos que él pierda su trabajo”, indicó. “Todos los vecinos tienen coronavirus, todos tienen, pero también tenemos miedo de pasar hambre”, enfatizó.

Inicialmente, Chile rompió con la convención de gran parte de la región, demorándose en aplicar un confinamiento nacional. En lugar de eso, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera llevó adelante confinamientos dinámicos por comunas, testeando y reaccionando a los brotes. Pero la cantidad de casos está creciendo tan rápido ahora que los hospitales y sus unidades de cuidados intensivos están bajo presión. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, recientemente renunció por las críticas a su manejo de la crisis, no sin antes decirles a sus compatriotas que lo peor estaba por venir. “Me atrevo a decir que el estrés sobre la red asistencial será aún mayor”, dijo. “Y el nivel de presión para que la ciudadanía cumpla la cuarentena y las medidas de aislamiento será muy, muy, severo”, añadió.b

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