Salud primaria: las precarias condiciones de centros que están hospitalizando pacientes

Trabajadores y personal médico del Cesfam La Bandera, de la comuna de San Ramón. Foto: Andrés Pérez.

Los trabajadores de la salud municipal, que han sumado siete fallecimientos, dicen que han tenido que comprar elementos de protección, frazadas y alimentación con sus propios recursos. Incluso, denuncian que el seguimiento de casos lo hacen con sus teléfonos celulares.


En San Ramón, las hospitalizaciones se están concentrando en el Servicio de Urgencia Comunal que está en la población La Bandera, donde hay seis camillas habilitadas. Allí, la alimentación de los pacientes corre por cuenta de sus familiares y, cuando no es posible, del bolsillo de los mismos funcionarios. “Si vemos que hay un paciente que está solito, ahí estamos los funcionarios pendientes de que no le falte nada”, cuenta María Teresa Osorio, trabajadora del Cesfam La Bandera.

Lo mismo han tenido que hacer con el abrigo. Como no tienen frazadas, son los familiares o los vecinos los que ayudan con eso.

Los trabajadores de la salud también acusan desprotección por la falta de elementos sanitarios personales. Hace algunos días les entregaron unas mascarillas que, según Osorio, son de mala calidad: “Es una telita de cebolla en que se ve todo para el otro lado. Eso no nos da ninguna seguridad”. Además, pese a que esos insumos sí están llegando a los funcionarios clínicos, acusan que no se entregan para todos por igual. De hecho, Cortés cuenta que ellos se compraron sus propios buzos plásticos.

En San Ramón, los llamados telefónicos a los pacientes con Covid-19 se hacen con sus propios celulares e internet. “Aquí con lo que hay, se trata de hacer lo que se puede. Es triste ser pobre, tener una salud pública en pésimas condiciones que agoniza casi al mismo tiempo que los usuarios y, lamentablemente, estar de brazos cruzados, porque más no se puede hacer”, afirma Osorio.

La mayor parte de las instalaciones se han readaptado. Foto: Andrés Pérez.

En Conchalí viven una situación similar. Una funcionaria del SAR de esa comuna, que pidió reserva de su nombre, cuenta que no tenían un lugar de descanso. Los choferes de las ambulancias, por ejemplo, lo hacían en un colchón que tiraban en el piso. Hace unos días,, la Corporación Municipal botó los colchones y les puso un sillón.

También han tenido que comprarse sus propios elementos de protección personal. Incluso, dice que a los choferes de las ambulancias se les negaron los insumos que, asegura, solo están destinados para los que ejercen labores clínicas. De hecho, la semana pasada falleció uno de ellos.

Relatan que los técnicos han hecho colectas para darles alimentación a los pacientes. “Los funcionarios ponen de sus propios recursos, porque ven que de otro modo los pacientes no van a alimentarse. No por ser de comunas pobres vamos a merecer esto”, dice Gissele Vera, técnico y dirigenta del Sapu Alberto Bachelet, de Conchalí.

El director de salud de la Corporación Municipal de Conchalí, Rodrigo Fernández, descarta que ese sea el escenario. La autoridad explica que partieron entregando una colación y ahora están dando almuerzos. También plantea que la corporación compró frazadas térmicas y que se contrató a un urgenciólogo. “Conchalí nunca ha tenido problemas de elementos de protección personal, tenemos estándares muy altos. Hay elementos para todos los funcionarios, desde médicos, técnicos, paramédicos, enfermeras, administrativos, camilleros y guardias”, sostiene Fernández, quien, además, señala que las condiciones de trabajo y descanso del SAR son “bastante cómodas”.

Cristián Rodríguez es odontólogo del Cesfam Raúl Brañes, de San Bernardo, y expone una situación de carencias. Dice que la municipalidad comprometió la compra de frazadas, pero que aún no han llegado. También dice que no cuentan con un sistema de alimentación. “Todo esto demuestra que la atención primaria no estaba preparada para hospitalizar. ¿Qué va a pasar cuando comiencen a morirse las personas?”, sostiene.

En Puente Alto la situación es algo mejor. Allá reconocen que la municipalidad se preparó con tiempo. Para la dirigenta Sandra Moreau, la principal crítica apunta al Ministerio de Salud (Minsal): “Nos molesta mucho la falta de reconocimiento. Cuando el subsecretario Zúñiga dice que no tenemos hospitalizados, que no están más de seis horas, significa que jamás han hecho una visita. No saben el trabajo que hacemos y las vidas que se salvan aquí”.

Hasta ahora no hay una guía por parte del Minsal sobre el manejo de pacientes en la atención primaria. El Servicio de Salud Metropolitano Sur Oriente la semana pasada publicó el primer protocolo clínico sobre esto. Ahí se establece que los elementos de protección de mejor estándar, como las mascarillas N95, solo son para “los operadores que participan directamente en la atención del paciente”.

Desde la Confederación Nacional de Trabajadores de la Salud Municipal (Confusam) están al tanto de esto. Su presidenta, Gabriela Flores, cuenta que el gremio lleva un total de 1.560 contagiados, siete fallecidos y 721 en cuarentena. Ayer se reunió con la jefa de la División de Atención Primaria del Ministerio de Salud, Adriana Tapia, para pedirle refuerzos. “Les pedimos que se modifique la circular 37 donde se establece quiénes tienen derecho a utilizar los elementos de protección. Queremos que se cambie, para que no solo estén enfocados en los clínicos, sino que en todos. Estamos asumiendo riesgos innecesarios”, explica Flores, agregando que el Minsal quedó de analizar la solicitud.

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