“Ahora todo es urgente”;“No hay horario”;“Mis niños me interrumpen”;“Piensan que estás viendo tele”: seis testimonios de chilenos haciendo teletrabajo

Estudio muestra la extrema molestia de muchas personas por cómo las empresas habilitaron el teletrabajo. Horarios más extensos, aumento de las cuentas y que la casa no tiene las mismas condiciones que una oficina, son algunas de las quejas. Hay quiénes trabajan con un notebook en una bandeja en la cama y los que sólo encuentran un espacio de silencio en el interior de un auto.


No hubo tiempo para planificar. Tampoco espacio para reunir las condiciones mínimas para que fuera un trabajo en buenas condiciones. La opción por trabajar en casa se vio precipitada por la pandemia del coronavirus, y hoy a casi dos meses, ya se aprecia el impacto de ese cambio.

“Las gerencias no están captando lo que ocurre”, detalla Matías Chaparro, gerente general de Criteria, empresa que estudió esa realidad a través de focus group online, realizado a hombres y mujeres de distintas edades y comunas del segmento socioeconómico BC1, puesto que la modalidad de teletrabajo se concentra en los niveles socioeconómicos más altos (51%), según indica el Tracking Covid-19 de Criteria.

La percepción generalizada, comenta Chaparro, es que las empresas están lejos de entender la realidad de sus trabajadores en el contexto de pandemia.

Las organizaciones ante esta imprevista modalidad se enfocaron en iniciativas como dar sillas más cómodas, realizar encuestas, dar guías de relajación y prevención de contagios, revela el sondeo.

Pese a que las gerencias de recursos humanos han tratado de monitoreando el fenómeno, puede que no sean los adecuadas para reflejar lo que se vive diariamente. “Están haciendo encuestas a sus trabajadores, están preguntándoles cómo están llevando la experiencia del teletrabajo, pero algo pasa con esos instrumentos que a no están no capturando las reales experiencias de las personas”, sostiene Chaparro.

Es el actual contexto, aclara, el que no se permite levantar la información. Básicamente por la sensación de crisis las personas pueden ser solidarias con sus empleadores y, por lo tanto, entienden que la situación que viven es coyuntural, “y pueden aguantar situaciones que no aguantarían en otro contexto”, dice Chaparro.

Pero también hay miedo. Temor al al desempleo. Piensan que si generan mucho ruido con esas quejas, eso gatille un despido.

La sensación es que las empresas no han logrado entender la nueva realidad de sus trabajadores. “Se entiende que fue algo repentino y que no estaban preparadas, pero ya llevamos 2 meses y nada ha avanzado en este sentido”, dice Chaparro.

¿Dónde se trabaja en casa? Al preguntar cómo son los espacios que han habilitado para cumplir con sus funciones, destaca la presencia de doble pantallas, cremas de manos, cigarros, audífonos, todo en mesas del living. Otros han acondicionado un espacio multifuncional para niños y adultos. También están quiénes trabajan con un notebook en una bandeja en la cama. Y los que buscando un espacio de silencio en el interior de un auto.

La sensación es que las empresas no han logrado entender la nueva realidad de sus trabajadores. FOTO: Jose Francisco Zuñiga /AGENCIAUNO

Las actuales condiciones no son en rigor teletrabajo, sino que una condición específica del teletrabajo que es el homeoffice, aclara Chaparro.

El teletrabajo se define básicamente por la ‘no oficina’, pero la persona puede trabajar desde un café, desde una oficina que arrendó o puede trabajar desde un coworking. “El homeoffice es una versión especifica de teletrabajo, y eso es lo que estamos viviendo ahora”, dice.

Una confusión que hace que no se estén considerando las condiciones especiales de esta coyuntura. "Solamente se está avanzando en una dimensión de homeoffice y además en condiciones muy desfavorables, porque hay los niños en la casa, y porque no se puede disponer de una ayuda de servicio doméstico, algo a lo que muchas personas acceden en condiciones normales”, indica Chaparro.

Todo es urgente

Los próximos testimonios del sondeo, anónimos, dan cuenta de cómo se vive el trabajar en casa en cuarentena.

“Ahora todo es urgente”, dice H.R., 36 años, ingeniero civil. “Si antes me daban plazo de 5 días para resolver algo, ahora son 2-3”, agrega en ese mismo sentido J.B. 35 años, arquitecto.

Existe presión por soluciones rápidas y creativas. “Están todos agobiados porque no hay certezas y los problemas aumentan todos los días. Mi jefe no sabe qué hacer y me presiona para que resuelva lo que le pidió su jefe, que tampoco sabe qué hacer. Se va traspasando la ansiedad”, explica H.R.

Más horas de trabajo

Una consecuencias de las urgencias es el aumento de las horas de trabajo. “Son situaciones que antes no existían y se acumulan con otras responsabilidades que ya tenía antes”, dice F.V., 46 años, ingeniero químico.

Pero no sólo las emergencias afectan. Los que tienen hijos sienten que su nivel de concentración y productividad ha bajado “drásticamente”, obligándolos a trabajar “horas extras”. “Es imposible hacer todo que me piden durante el horario laboral. Mis niños me interrumpen cada 5 minutos. No tengo dónde esconderme en la casa. En la noche estoy muerta de cansada y es ahí cuando empiezo a trabajar de verdad”, dice M.P. 38 años, periodista y madre de 3 hijos entre 7 y 2 años.

La imposibilidad de conciliar casa y trabajo hizo con que E.P., 45 años, con 2 hijos entre 7 y 3 años, pidiera un mes sin goce de sueldo: “Tuve que salir por mi salud mental y de mi familia. Estábamos conectados todo el día y los niños solos. Un día el más chico se cayó, se rompió la frente, era un mar de sangre. Dije: ´Basta´. Ahora estamos con el cinturón bien apretado con un sueldo menos”.

El costo de ser padre o madre

El estudio revela además, conflictos “silenciosos” entre pares, principalmente entre trabajadores con y sin hijos.

“Mi compañera es soltera, no tiene hijos y ahora se dedica 24/7 al trabajo. Es pura eficiencia. No tengo como producir lo mismo que ella. Tengo que limpiar, estudiar con los niños, cocinar, jugar. Ella se dio cuenta de eso y trata de mostrarse más y más eficiente. Es insoportable”, reclama en ese sentido F.V.

Los jefes no son conscientes de las diferentes circunstancias que tienen las personas en sus contextos de la vida normal, y que en un contexto de oficina se neutralizan, dice Chaparro, “porque cuando todos concurren a la oficina, los que tienen hijos y los que no tienen hijos más o menos están en igualdad de condiciones, pero cuando están en la casa es completamente distinto”.

El estudio revela conflictos “silenciosos” entre pares, principalmente entre trabajadores con y sin hijos.

Existe la sensación de desventaja de aquellos que tienen hijos frente a sus pares que no tienen hijos, y que pueden trabajar 24/7 sin ningún problema, revela el sondeo.

"Los jefes finalmente no reconocen y no toman en consideración esa distinción, y establecen lógicas de premios monetarios o simbólicos, que son súper dolidas por aquellos que no tienen las ventajas que permiten ese nivel de rendimiento, eso recrudece las dinámicas entre pares, eso en el largo plazo probablemente atente contra la constitución de equipos”, explica Chaparro.

Culpa por demostrar trabajo

“Siento que hay preocupación de que la gente esté en la casa flojeando, es algo que no se comenta, pero está la sensación tácita. Hay como una urgencia por volver, de hecho, mi jefe me está pidiendo, y a todos, que la próxima semana ya haya una serie de turnos de gente en presencial, porque parece que tienen la sensación en el estómago que cuando la gente está presencialmente, produce más. Entonces es algo que te lo transmiten desde la tripa pero no desde la boca”, cuenta H.R.

La consecuencia de eso es la necesidad de “demostrar trabajo”, lo que termina por angustiar a algunos. “Si me mandan un email, contesto al tiro. Estoy siempre pendiente de eso porque si no… Piensan que tú por el hecho de estar en la casa, estás literalmente viendo tele, fumando o chupando todo el día. Muchos mandan un par de correos para que vean que están vivos y haciendo algo y punto. Todo el mundo cree eso”, dice J.B.

Lo que alimenta la culpa es el miedo de perder el trabajo. El aislamiento y falta de comunicación potencian además esa sensación de incertidumbre. “No estás ahí, no sabes lo que está pasando, tampoco te comunican nada. Sé que hay incertidumbre, pero por lo menos me gustaría tener más información sobre lo que están planificando para la empresa o ser parte de estas decisiones”, agrega J.B.

Hiperconexión

Las reuniones por video llamadas, las conversaciones por chats y las llamadas telefónicas han aumentado más de un 50% durante la pandemia, según revela el Tracking Covid-19 de Criteria.

Todo aquello incide en la “fatiga con la hiperconexión”, agobio generado por las múltiples plataformas conectadas todo el día. “Antes si no estabas en tu puesto de trabajo, se entendía que estabas tomando un café, fumando y no te molestaban. Ahora tienes que estar conectado todo el rato, por todos lados: Whatsapp, Teams, email, teléfono. No tienes cómo escapar”, dice I.A. 35 años, periodista.

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Estudio revela “fatiga con la hiperconexión”, el agobio generado por las múltiples plataformas conectadas todo el día.

Soledad

Muchos de los encuestados relata el sondeo, se sienten solos. Pero más allá de no poder salir de la casa, juntarse con amigo y familiares, la soledad que el sondeo explica se refiere a extrañar el trabajo en equipo. “Echo de menos el intercambio de ideas, la parte de pensar, de cranear, de discutir, de negociar, de construir algo entre todos. Hacerlo por una conferencia, a mí por lo menos no me resulta, necesito que nos interrumpamos, que hablemos harto, que tiremos hartas ideas, que rayemos una pizarra. Creo que la tecnología todavía no está a la altura para hacer eso”, indica H.R.

Abusos laborales

El estudio revela además aumento en los casos considerados de “abuso” que van mermando la confianza y el compromiso del colaborador con la empresa.

Un caso así relata F.V, que en su empresa se decretaron vacaciones colectivas en abril. Más allá de la molestia de salir de vacaciones, dice, en un periodo en que no se puede disfrutar del descanso, F.V. tiene un hijo con epilepsia que necesita un tratamiento en el exterior y tenía planificado un viaje en sus vacaciones. “No puedo salir de vacaciones en abril porque el tratamiento es al final del año y necesito estos días”, alega.

Ya en plan de retorno, la empresa de I.A. envió un cuestionario a todos los colaboradores para que indicasen si posen o no auto. Los que tenían auto, empezarían con el trabajo presencial antes. “Les mentí. Dije que no tenía auto. No creo que por tener auto, corre menos riesgo y punto”, afirma.

Espacio para el trabajo

El mayor desafío para los trabajadores con hijos es encontrar un espacio tranquilo de trabajo en casas que no estaban previamente preparadas para ello.

“La empresa dice dónde y cómo trabajar, pero eso es un chiste. Tengo que bajar a la conserjería para estar en una videoconferencia. Los otros días me encierro en una pieza oscura para que nos niños no me vean y tengo que estar en silencio para que no me escuchen”, cuenta un entrevistado.

T.H., 37 años, ilustrador, eligió su auto para tener silencio para trabajar. “Yo tengo que trabajar dentro de mi auto para poder participar de una videoconferencia. Se me empañan los vidrios, se me va la batería y no tengo espacio para el computador”, dice.

Más gastos

Otro reclamo recurrente es que no todas las empresas se están haciendo cargo de los insumos básicos para el teletrabajo, lo que finalmente termina siendo una carga más para sus trabajadores. “Todas mis cuentas aumentaron, luz, agua, internet. Hoy yo pago para hacer mi trabajo”, dice C.G.

Las comidas preparadas también aumentan los gastos de la casa. “A veces no tengo tiempo ni ganas de cocinar y pido comida. Y ahora eso es cada vez más frecuents. Gasto más en eso que antes”, reconoce M.P.

Incertidumbre

Pese a esa realidad, la mayoría de estos trabajadores todavía apuesta en una modalidad “flexible” de teletrabajo en un contexto post pandemia, con algunos días en la casa.

El retorno y la re adaptación pueden ser duros por eso la expectativa es “salir de la rigidez y empatizar”, coinciden.

“La vida yo creo que funciona bien en una versión un poco más flexible. Cuando volvamos vamos a echar de menos estar con nuestros hijos y seres queridos, entonces es importante que todos seamos flexibles y tengamos la libertad de elegir”, dice T.H.

Para otros participantes del estudio, la experiencia ha sido traumática y ya no creen en el teletrabajo. “Sé que la situación va a ser distinta, con los niños en el colegio, pero no aguanto más. No quiero más eso. Quiero salir, estoy cansada”, comenta I.A.

“Antes yo tenía la experiencia de cerrar mi computador a las 5 de la tarde y se acabó. Con el teletrabajo, aunque sea en una situación normal, creo va a seguir habiendo abuso”, concluye J.B.

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